sábado, 22 de mayo de 2010

REVISTA SOPHIA

LA REVISTA SOPHIA

La Revista Sophia fue publicada por la Sociedad Teosófica desde 1893 hasta la desaparición de esa organización en 1932.  Era publicada en castellano desde Barcelona, España.  Se anunciaba que su publicación era mensual, pero aparecía con periodicidad irregular.


ACCESA DESDE AQUÍ ALGUNOS DE SUS EJEMPLARES

1911, Enero http://www.upasika.com/docs/hemeroteca/sophia/1911/Sophia%20Enero%201911.pdf
1911, Abril  http://www.upasika.com/docs/hemeroteca/sophia/1911/Sophia%20Abril%201911.pdf
1912, Enero http://www.upasika.com/docs/hemeroteca/sophia/1912/Sophia%20Enero%201912.pdf
1912, Febrero  http://www.upasika.com/docs/hemeroteca/sophia/1912/Sophia%20Febrero%201912.pdf
1912, Marzo  http://www.upasika.com/docs/hemeroteca/sophia/1912/Sophia%20Marzo%201912.pdf
1912, Abril  http://www.upasika.com/docs/hemeroteca/sophia/1912/Sophia%20Abril%201912.pdf
1912, Mayo  http://www.upasika.com/docs/hemeroteca/sophia/1912/Sophia%20Mayo%201912.pdf
1912, Junio  http://www.upasika.com/docs/hemeroteca/sophia/1912/Sophia%20Junio%201912.pdf
1924, Enero  http://www.upasika.com/docs/hemeroteca/sophia/1924/Sophia%20Enero%201924.pdf
1924, Febrero  http://www.upasika.com/docs/hemeroteca/sophia/1924/Sophia%20Febrero%201924.pdf
1924, Marzo  http://www.upasika.com/docs/hemeroteca/sophia/1924/Sophia%20Marzo%201924.pdf
1924, Abril  http://www.upasika.com/docs/hemeroteca/sophia/1924/Sophia%20Abril%201924.pdf
1924, Mayo  http://www.upasika.com/docs/hemeroteca/sophia/1924/Sophia%20Mayo%201924.pdf
1924, Junio  http://www.upasika.com/docs/hemeroteca/sophia/1924/Sophia%20Junio%201924.pdf
1924, Julio  http://www.upasika.com/docs/hemeroteca/sophia/1924/Sophia%20Julio%201924.pdf
1924, Agosto  http://www.upasika.com/docs/hemeroteca/sophia/1924/Sophia%20Agosto%201924.pdf
1924, Sept.  http://www.upasika.com/docs/hemeroteca/sophia/1924/Sophia%20Septiembre%201924.pdf
1924, Octubre http://www.upasika.com/docs/hemeroteca/sophia/1924/Sophia%20Octubre%201924.pdf
1924, Noviem. http://www.upasika.com/docs/hemeroteca/sophia/1924/Sophia%20Noviembre%201924.pdf
1924, Diciem. http://www.upasika.com/docs/hemeroteca/sophia/1924/Sophia%20Diciembre%201924.pdf
1932, Febrero http://www.upasika.com/docs/hemeroteca/sophia/1932/Sophia_Febrero_1932.pdf  (última aparición).

Curso de Teosofía, Capítulo II


Capítulo II

 Dios y el Sistema Solar

Dios y la Teosofía.

Si aludimos a un Dios extra-cósmico y antropomórfico, o si pensamos que la relación entre Dios y el universo o nuestro mundo es como aquella que existe entre el alfarero y el vaso, la Teosofía niega absolutamente tal Dios, por varias razones. En primer lugar, se le llama por sus devotos Infinito y Absoluto; ahora bien, la forma implica limitación, un principio y un fin; y si Dios es infinito, ilimitado y absoluto, ¿cómo podemos pensar de Él como limitado a una forma? En segundo lugar, si es ilimitado, debe estar en todas partes, y si está en todas partes no puede crear un universo externo, pues ¿dónde está el espacio para la creación? En tercer lugar, pensar y planear son antecedentes necesarios para una creación; y ¿cómo puede el Absoluto pensar, cuando ello implica relación con algo acerca de lo cual se piensa, algo limitado y finito? Además, un creador debe hacer algún movimiento en el espacio para crear un universo, lo cual parece imposible para el Infinito que está ya en todas partes. Por último, si Dios se halla separado de Su universo, esto es, si Dios es una cosa y el universo otra cosa aparte, como el alfarero y el jarrón, ¿de dónde trajo Dios el material para la creación, si se cree que en el principio nada había, excepto Dios? Por tanto, no podemos creer en tal Dios que en resumidas cuentas sería extra-cósmico.
Igualmente se llama a Dios todo-justicia y todo-misericordia por una parte y por la otra se le cree el dispensador de gloria y condenación, de felicidad y sufrimiento para la humanidad; pero si una persona lleva una vida dichosa desde la cuna a la tumba y otra deberá sufrir por toda su vida a ciencia y paciencia de Dios, tal Dios podrá ser solamente todo poderoso, sin ser justo, o todo justiciero, sin ser poderoso.
Asimismo, mucha gente que profesa la creencia de que Dios es todo poderoso, cree a la vez que Satanás debe ser la causa de toda miseria y dolor en el mundo. Pero si ello fuere así, implicaría que tal Dios es impotente contra Satanás y, por tanto, no todo-poderoso.
Además se llama a Dios omnisciente, esto es, conocedor del pasado, presente y futuro; y a renglón seguido se nos dice que su propio ángel se reveló contra Él y se convirtió en Satanás; cosa que sugiere que Dios no tuvo la presciencia de prever que Su propio ángel se le revelaría, por tanto no se la puede llamar omnisciente.
Más aún, se considera a Dios como infinito y omnipresente, pero no se espera encontrarlo y mirarlo excepto en el cielo. Ambas cosas parecen incompatibles; si es infinito o sin forma ni límite, ¿cómo puede estar tan sólo en el Cielo, o sentado o de pié, en cualquier lugar especial? Tal Dios parece ser, sencillamente, producto de una imaginación pueril o de un pensamiento hueco, pues filosófico y lógicamente es un absurdo.
 

El concepto de Dios según la Teosofía.

La Teosofía cree en la Existencia Una, en lo Uno, en Aquello que es centro de toda vida, en un Principio Omnipotente, Eterno, Ilimitado e Inmutable, acerca del cual, toda especulación es imposible; el Uno sin Segundo; la Existencia Infinita, Perdurable, Inalterable, el Eterno Hoy sin pasado, presente o futuro; el Logos Inmanifestado, fuera de espacio y tiempo, llamado en el Zoroastrianismo Zarwané-Akrané, o el Espacio Insondable; la Tres-veces-desconocida Oscuridad Inefable del sistema órfico griego, llamada por los hindúes Parabráhman, el Supremo Bráhman, el Ser Supremo, o también, Nírguna-Bráhman,Bráhman sin atributos, incondicionado, para distinguir así el estado de no-manifestación de Bráhman, el Todo, del estado de manifestación bajo el cual Bráhman es denominado Saguna-Bráhman, el que tiene atributos, el que es condicionado, el Bráhman revelado: el Supremo Ishvara con Su universo.
De Aquello todo procede, a Aquello todo retorna. Aquello incluye dentro de Si Mismo todo lo que jamás ha sido, es y puede ser.
Como una ola se levanta en el océano, así surge un universo en el Todo; como la ola desaparece luego en el océano, así el universo se sumerge de nuevo en el todo. El  océano es agua y la ola una forma o manifestación del agua, así hay una existencia y el universo es una forma de manifestación de la Existencia. Verdaderamente todo esto es Bráhman. Así pues, todos los universos surgen del Todo y desaparecen en Él, nacen y mueren en Su inmensidad.
Sin embargo, el Uno Sin Segundo no es quien produjo nuestro Sistema Solar directamente. Proviniendo de la profundidad de la Existencia Una, un Logos, imponiéndose a sí mismo un límite, llega a ser el Dios manifestado; trazando la esfera límite de Su actividad, demarca el área de Su Universo.
Lo manifestado y lo no manifestado son sencillamente los dos estados de Bráhman. Este Logos manifestado no es el Segundo, sino el Uno en manifestación: el Saguna-Bráhman antes mencionado, el que tiene atributos, el Logos Cósmico, el Supremo Regente del Universo, el Uno de por sí existente, Raíz y Causa de todos los seres, también denominado algunas veces Purushottama, el Espíritu Supremo, El Ser.
Con Sí Mismo como Espíritu, este Ser revela el otro aspecto del Todo, que se llama Mulaprakriti, la Raiz de la Materia. El manifiesta una parte de Sí Mismo; Establece el universo con una porción de Sí Mismo, toda-trascendente, toda-comprendiente, el Dios manifestado, auto-limitado por la manifestación.
El se revela luego bajo triple aspecto, los tres grandes Logos de la evolución cósmica, y así, aquella Trimurti o Trinidad es el aspecto, hacia el universo, del Dios manifestado.
Asociados con la obra del Logos Cósmico, en el Universo, hay siete Personificaciones de Su naturaleza, llamados los Siete Logos Cósmicos Planetarios. Todos los astros en el firmamento, que sean centros de grandes sistemas en evolución, pertenecen a uno u otro de estos grandes Siete y son, en cierta manera, expresiones de Su vida, como Ellos, a su vez, son expresiones de la Vida Una del Logos Cósmico.
En la Existencia-Una hay innumerables universos, en cada universo incontables sistemas solares; cada sistema solar recibe energía y es controlado por un poderoso Ser, Isvhara, o Logos Solar, o Deidad Solar. Como un Astro, el Señor de un Sistema entre las miríadas de estrellas, vive, se mueve y tiene su Ser en su Astro-Paterno, uno de los Siete Grandes; con todo, El refleja directamente la Vida, Luz y Gloria del Uno-sin- Segundo. Para Su sistema El es todo lo que los hombres significan por Dios; lo impregna, no hay cosa alguna que no sea El, se halla inmanente en cada átomo del sistema, interpenetrándolo todo, sosteniéndolo todo, evolucionándolo todo.
El está en todas las cosas y todas las cosas están en Él. De Sí Mismo el Logos Solar ha traído a existencia nuestro sistema y nosotros, que en Él nos encontramos; somos fragmentos evolucionantes de Su Vida; de Él todos hemos venido, a Él todos retornaremos.
Con todo, Él existe sobre Su sistema, viviendo Su propia vida entre Sus Iguales, otros Logos Solares, Astros Hermanos de Su compañía.
“Habiendo compenetrado todo el Universo con un fragmento de Mi Mismo, Yo permanezco”.
De aquella mas alta vida de Él nada podemos saber, pero cuando Él se limita, descendiendo a condiciones tales que lleguen a nuestro alcance, Su manifestación siempre asume tres aspectos. En la evolución de cualquier sistema solar, tres de los más elevados principios del Logos del sistema, generalmente llamados los Tres Logos del sistema, corresponden y respectivamente llenan las funciones de los Tres Grandes Logos de la Evolución Cósmica. Y así, la manifestación del Logos de nuestro sistema es triple, y sin embargo, fundamentalmente una; tres Personas, persona significa máscara, pero un Dios mostrándose en dichos tres aspectos que tan sólo son facetas de Él.
Hay, por tanto, un significado muy real en la insistencia con que dice la Iglesia Cristiana: “adoramos un Dios en la Trinidad y a la Trinidad en la Unidad, sin confundir las tres Personas ni dividir la Sustancia”; es decir, sin confundir jamás en nuestra mente la acción y las funciones de las tres separadas Personas, o Máscaras, o Manifestaciones, cada una de Su propio plano; pero sin olvidar por un momento la Eterna Unidad de la Sustancia, Aquello que se halla tras de todo en el plano más elevado.
El aspecto de Ishvara, como creador de los mundos, es llamado Bráhman por los hindúes, y Espíritu Santo por los cristianos; Aquel aspecto bajo el cual Ishvara,  preserva y mantiene los mundos, es llamado Vishnú por los hindúes y el Hijo por los cristianos; y el aspecto en el cual Él disuelve los mundos cuando ya están gastados y para nada sirven, es llamado Shiva o Mahadeva por los hindúes y el Padre por los cristianos.
 

Los sagrados inmortales.

En las tradiciones Hebrea y Cristiana “los Siete Espíritus ante el trono de Dios”.     Las energías de estos siete, controlan y dirigen todo lo que sucede dentro del Sistema Solar. Son Ellos los Regentes de los planetas Vulcano, Venus, Tierra, Saturno, Júpiter, Urano y Neptuno. Cada uno de los siete es la Cabeza y Regente de Jerarquías de entidades creadoras que trabajan, bajo su dirección, en formar y preservar el Sistema Solar; a sus órdenes militan huestes de Devas, o Seres Resplandecientes, o Ángeles llamados en las religiones Orientales, AdityasVasusDhyan-Chohans, etc, y en la tradición Cristiana, Ángeles, Arcángeles, Tronos, etc; son en definitiva, las manifestaciones del Uno, los innumerables ministros de la Voluntad Suprema.
Presidiendo sobre nuestro mundo, hay un gran Oficial que representa a la Deidad Solar. El es el verdadero Rey de este mundo, con absoluto control de toda la evolución que tiene lugar en nuestro planeta; y bajo Él hay ministros a cargo de los diferentes departamentos.
Así pues, el Dios en quien creemos, el Supremo Señor de nuestro sistema, se manifiesta a Sí Mismo en Su sistema bajo una triple forma, una Trinidad: el Regenerador, el Preservador, el Creador; denominados en Teosofía como el Primero, el Segundo y el Tercer Logos; el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo del Cristianismo; ShivaVishnu y Brahmá del Hindú; Kepher, Binah y Chochmah del Hebreo Cabalista; Ahura, Mazda y Ahuramazda, o sea, Vida, Sabiduría y la Existencia Una, del Zoroastriano. Está en todas partes y en cada cosa y es todas las cosas. El mundo todo es tan sólo una manifestación de Él. El está manifestado bajo incontables formas, en grados innumerables de inteligencias vivientes que proceden todas de Él, como así proceden de Él los vegetales, animales y hombres. Y así sólo hay la Vida Una, exhibida en infinitas formas; del ángel al mineral, todas son expresiones de aquella Vida; no podría existir el grano de polvo si Dios estuviera ausente de él; y el más elevado Arcángel es solamente otra expresión de Él, del Uno; por lo cual, estando Dios inmanente en todo, todos participamos de una Vida y formamos una Gran Fraternidad.


Existencia de Dios.

Ningún proceso de razonamiento puramente intelectual suministra una demostración, completa y satisfactoria a todas las mentes, de la existencia de Dios. Tal existencia puede probarse indirectamente por el raciocinio, la devoción y la pureza de vida. Un detenido y cuidadoso estudio de la naturaleza prueba la probabilidad de un “Divino Arquitecto” que edifica los mundos; la Existencia-Una parece una necesidad filosófica, así como la manifestación de la Dualidad primordial: Pratyagátmá y Múlaprakriti, o sea, la raíz del Espíritu y la raíz de la Materia, una necesidad cósmica. Pratyagátmá, contemplado emocionalmente, es Dios, el Supremo Señor.
La devoción hacia Dios habilita al hombre para sentir la existencia de Dios y para obtener Paz de Él. A medida que un hombre se hace más puro, más noble, más amoroso, comienza a conocer a Dios y no necesita ya pruebas de Su existencia, así como ya no necesita prueba de la luz mediante la cual ve.
Pero la prueba directa y última radica dentro del Ser; su única prueba es la conciencia en el Ser. Cada uno de nosotros está completamente seguro de que él mismo existe; y así, tenemos muchas existencias cada una segura de ella misma; pero estas no pueden surgir de forma separada e independientemente, de igual manera que una fuente, si no tiene agua, no puede lanzar un chorro por los aires; estos seres han surgido del Ser Uno, son partes del Único Ser y tal Ser es Dios. De aquí que la convicción del Ser sea Su sola prueba, la realización de lo Divino en nosotros, nuestro verdadero Ser que reconoce al Divino Ser fuera de nosotros por identidad de naturaleza.
Por tanto, sólo realizando la Divinidad en nosotros mismos podremos conocer la Divinidad fuera de nosotros mismos: aquel Ser en quién vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.



La formación de nuestro Sistema Solar.

Desde el más remoto punto de partida o historia que nos sea posible concebir, aparecen ya en completa actividad los opuestos de espíritu y materia, de vida y forma. Lo que comúnmente llamamos fuerza y materia son en realidad dos variedades de espíritu en diferentes etapas de evolución.
La raíz última de la materia, tal como se ve en nuestro nivel, es lo que los científicos llamaban el éter del espacio; en los estudios teosóficos se denomina el “Koilon”, lo vacío, la negación primordial de la materia, porque el espacio ocupado por ella aparece vacío para los sentidos físicos. Esta sustancia, perceptible sólo para un poder clarividente altamente desarrollado, llenaba originalmente todo espacio; pero algún Ser, infinitamente más elevado que nuestra Deidad Solar, modificó esa condición de reposo al infundir Su Espíritu o Fuerza en cierta sección de la materia, sección del tamaño de todo un Universo.
La introducción de tal fuerza formó dentro del éter un incalculable número de pequeñas burbujas esféricas, que se denominan en “La Doctrina Secreta” como “los agujeros que Fohát cava en el espacio”. Cada burbuja, o punto de luz, es donde no se halla Koilon; cada burbuja es en realidad un punto de Su conciencia y persiste solamente mientras Él quiere desalojar de allí el Koilon circundante.
Estas burbujas son los átomos últimos, las unidades finales de las que se componen lo que nosotros llamamos materia; por lo cual la materia no es otra cosa que agujeros en el éter.
Cuando la Deidad Solar comienza a construir Su sistema, encuentra este material, que consta de infinito número de agujeros o burbujas, listo para ser usado. Primeramente demarca el límite de Su campo de actividad, una vasta esfera cuya circunferencia es mucho mayor que la órbita del más lejano de sus futuros planetas. Dentro del límite de tal esfera El establece una especie de vórtice gigantesco arrastrando todas las burbujas hacia una vasta masa central, el material que constituirá la futura nebulosa. Actuando mediante Su Tercer Aspecto, envía al cuerpo de esta enorme esfera giratoria siete impulsos sucesivos de fuerza, reuniendo las burbujas en agregados más y más complejos.
De esta manera se forman siete mundos de materia, gigantescos, interpenetrados y concéntricos; todos uno en esencia puesto que constan de la misma clase de materia, pero difiriendo en grados de intensidad. Estos siete tipos de materia o clases de átomos de hallan libremente entremezclados, de tal suerte que, en la más pequeña porción de materia tomada al caso, podrían encontrarse partículas de cada tipo. Los más densos de estas siete clases de átomos, los átomos físicos últimos, se combinan luego en ciertas agregaciones para constituir un número de diferentes clases de lo que  puede llamarse “proto-elementos”, y estos se agregan de nuevo en varias formas que la ciencia conoce como elementos químicos.







   

CURSO DE TEOSOFÍA, CAPÍTULO I


Capítulo I

¿Qué es Teosofía? 

 La Teosofía no es una religión en sí misma, sino la verdad que subyace por igual en todas las religiones, la oculta raíz de la cual han brotado todas las diferentes religiones. Es lo mismo que la Gnosis de los cristianos, la Brahma Vidya de los hindúes y el sufismo de los mahometanos. Teosofía se deriva de dos palabras griegas; Theos, Dios o un Dios y Sophia, sabiduría, y significa Sabiduría Divina, sin cuya ayuda es imposible para el hombre conocer algo acerca de los profundos problemas de la vida.

Principios fundamentales
         
Dos son los principios fundamentales de la Teosofía. El primero es la inmanencia de Dios. La Deidad se halla en todas partes y en toda cosa. La Vida Divina es el espíritu de todo cuanto existe, desde un átomo hasta un arcángel. Todo pensamiento, toda conciencia, son Suyos porque El es el Uno, el Único, la Vida Eterna. Así, la esencia de la Teosofía es el hecho de que el hombre, siendo copartícipe de Su vida, puede conocer la Divinidad, y es, él mismo, divino e inmortal, mejor dicho, eterno, pues la inmortalidad es solamente inmensidad de tiempo y lo que es el tiempo comienza, en el tiempo debe terminar, en tanto que el hombre es eterno como Dios mismo es eterno y la muerte es tan solo es desechar una vestidura para poder revestirse de otra.
            Pero, si existe una Vida, una Conciencia, en todas las formas, con Dios inmanente en todas, entonces, como inevitable corolario a esta suprema verdad, deriva el hecho de la solidaridad de todo lo que tiene vida, de todo lo que existe, una Fraternidad Universal. La inmanencia de Dios, la solidaridad del hombre, he aquí las verdades básicas de la Teosofía.

             Las enseñanzas teosóficas    

Las enseñanzas teosóficas pueden bosquejarse como sigue:
1.      Hay una Eterna e infinita Realidad, una Existencia real, incognoscible.
2.      De ‘Aquello’, procede el Dios manifestado y cognoscible, revelándose de unidad en dualidad y de dualidad en trinidad.
3.      Todo el universo, con todas las cosas comprendidas dentro de él, es una manifestación de la Vida de Dios.
4.      Hay muchas poderosas inteligencias denominadas Arcángeles, Ángeles. Devas, que han procedido del Dios manifestado y que son Sus agentes para llevar a cabo Su pensamiento y voluntad.
5.      El hombre, como su Padre Celestial, es divino en esencia, su Ser íntimo es eterno.
6.      Se desarrolla y evoluciona mediante repetidas encarnaciones a las cuales es impelido por el deseo bajo la ley del Karma, en los tres mundos, físico, astral y mental, y de las cuales se libera por el conocimiento y el sacrificio, llegando a ser divino en potencia como siempre lo había sido en latencia.
7.      Hay Maestros de Sabiduría, Hombres Perfectos, seres que han completado su evolución humana que han alcanzado la perfección del reino humano y que ya nada atienen que aprender en lo que se refiere a la etapa humana.
La Teosofía enseña, si se sabe aprender, que el ser humano tiene dentro de sí todo lo necesario para poder progresar sin necesidad más que de algunas pocas ayudas externas que, de alguna forma, faciliten el camino, es decir, propicia la formación del carácter para que el ser humano sea siempre dueño de sí mismo y no tenga que estar pendiente de sugerencias o mandatos de algún ser pseudo divino o pseudo sabio, porque en el fondo de sí, el estudiante de Teosofía termina por comprender que su propio e íntimo maestro se encuentra en su corazón.

Utilidad de la Teosofía

            La utilidad de la Teosofía radica en el verdadero concepto del plan de Dios, en la comprensión del objeto de la vida; en una segura confianza en la Justicia Divina; en el consuelo mental y emocional: en la absoluta liberación del desamparo y de la desesperanza: en la completa ausencia del temor y la pena, así como en la oportunidad de inteligente y voluntariosa cooperación con el Plan Divino, y la posibilidad de un rápido logro de la finalidad de la vida humana. Pero la mejor prueba de su utilidad es que ha sido aceptada por personas sensitivas e inteligentes que muestran el consiguiente mejoramiento de conducta en su vida diaria, y en que gradualmente va impregnando la literatura universal. Desde que se fundó la Sociedad Teosófica, comenzó su expansión mediante sus numerosas Ramas en diferentes partes del mundo y aun lo sigue haciendo. Ningún otro sistema de pensamiento ha hecho un progreso tan rápido en todo el mundo, entre gentes de  diferentes religiones durante el periodo de tiempo entre su fundación y algo menos de cincuenta años después. En la actualidad (2003) la Organización Teosófica Mundial está establecida en los cinco continentes en cuarenta y nueve países.
            La Teosofía es útil, porque debidamente entendida y practicada le muestra al ser humano el camino a seguir, y explica de forma lógica y racional por qué vivimos, hacia donde vamos y las razones de todo cuanto existe en el mundo. Es útil, porque ha sido el faro que ha ayudado a todas las generaciones que nos han precedido a llegar a buen puerto, y ello, desde que la humanidad existe. Es útil, en suma, porque ofrece explicaciones fáciles de comprender relativas a todos los problemas de los seres humanos y porque ofrece consuelo y calma nuestros pesares.
            La Teosofía en sus enseñanzas y ética, aunque no en su nombre, es tan antigua como el ser humano pero se sabe que la palabra Teosofía data del siglo tercero de nuestra era  cuando el sistema Teosófico Ecléctico, que más tarde floreció en el Neo-Platonismo, fue establecido por Ammonio Saccas y sus discípulos en Alejandría aunque Diogenes Laercio,  atribuye ese nombre a un sacerdote egipcio de los primeros tiempos de la dinastía Ptoloméica.

Qué es la Teosofía


¿Qué es la Teosofía?

Artículo escrito por Carlos Gómez Amigó, miembro de la OTM.

   Etimológicamente, teosofía significa el conocimiento profundo (sophia) de la divinidad (theos) [2], y no se la debe confundir ni con la Teodicea –el conocimiento que la razón puede obtener de la existencia y naturaleza de Dios ni con la Teología, que funda este conocimiento en la Revelación, aunque en numerosas ocasiones se sustente en ellas. Es un  término medio entre la Teología y la Filosofía, entre la razón y la revelación, pues añade a la naturaleza, objeto de la Filosofía, lo sobrenatural, propio de la Teología, rechazando, sin embargo, la revelación en que ésta se apoya.    
Paracelso
Los propios teósofos opinan que fue el inventor de la palabra Ammonius Saccas (175-242 d.C.), fundador de la Escuela Neoplatónica, aunque la primera documentación aparece en el siglo XVI, aplicada a filósofos como Paracelso, Agripa o Van Helmont. Sea como sea, encontramos ya sus ideas primigenias en la escuela neopitagórica (siglo I a.C. y siglo I), con Nigidio Figulo y Apolonio de Tiana, y en neoplatónicos como Plotino, Plutarco o Celso. El deseo de conciliar la Biblia con la filosofía griega, de la que según  Filón de Alejandría deriva, suponiendo en el texto sagrado un sentido esotérico y arcano, originará el gnosticismo en el primer siglo del Cristianismo y otras heterodoxias medievales [3].
        En el Renacimiento, como ya se ha indicado, aparecen los primeros a los que puede llamarse  propiamente teósofos: Cornelio Agripa de Nettesheim, Teofrasto Bombast de Hoenheim (Paracelso), Juan de Van Helmont y Santiago Böhme.  En el siglo XVIII deberían añadirse los nombres de Roberto Fludd, Swedemborg y Luis Claudio de San Martín, entre otros iluminados.
       En el siglo XIX acontece un cambio, que dota a la palabra teosofía de un significado novedoso: en 1875 se funda en la ciudad de Nueva York por madame Helena Petrovna Blavatsky, el coronel H.S. Olcott, William Q. Judge y otros la Theosophical Society, que tendrá como meta hacer una síntesis de la religión, la filosofía, la ciencia y la sicología. Como dijo Blavatsky: «Nuestro propósito más importante es resucitar la obra de Ammonius Saccas» [4], ya que la labor de su escuela fue la de «reconciliar a todas las religiones, sectas y naciones bajo un sistema común de ética, fundado en verdades eternas». La finalidad de Saccas era la de «persuadir a gentiles y cristianos, judíos e idólatras, de que abandonaran sus disputas y luchas, teniendo en cuenta que todos poseían la misma verdad bajo varias formas» [5].
    Y esa será la finalidad última de la Sociedad y su fundadora: reconstruir y enseñar el conocimiento primigenio que el hombre recibió en los orígenes, oculto y diversificado en las distintas creencias, mitos y religiones, y que en nada difiere de lo que la ciencia puede ir descubriendo. Conocimiento que es síntesis  y que no se opone en absoluto a ninguna creencia personal.       
Helena P. Blavatsky
Esta labor la llevó a cabo en gran parte la propia Blavatsky (1831-1891), a través de numerosos artículos publicados en la revista de la Sociedad, The Theosophist y otras ajenas, y de libros como Isis sin velo (Nueva York, 1877); La doctrina secreta (Londres y Nueva York, 1888);  La clave de la Teosofía (Londres, 1889);  La voz del silencio (Londres y Nueva York, 1889);  Glosario teosófico, obra póstuma (Londres y Nueva York, 1892). Toda su obra se halla recogida en Obras completas (Londres, Madrás y Wheaton (Illinois,USA),  1933-1985), en catorce volúmenes.
    De la lectura de esta inmensa y erudita obra, se obtiene realmente una visión sintética, a través del sincretismo de miles de mitos, teorías y creencias religiosas, realidades científicas, magia, ocultismo, etc. Y de la propia teosofía anterior, de la que se sienten sucesores. La doctrina secreta, su obra más emblemática, alcanzó un gran éxito de lectores entre las capas cultas y artísticas de su época desde el momento mismo de la publicación de las obras citadas, con una segunda edición ya en el mismo 1888 y una tercera en 1893, fue reimpresa en los años 1902, 1905, 1908, 1911, 1913, 1918, 1921 y 1928. Y fue traducida a casi todos los idiomas occidentales [6].
     Sincretismo que la propia Blavatsky tenía como meta en sus obras, como he dicho ya. Ella misma se encarga de contestar al (…) muy erróneo concepto que consiste en creer que en la obra que he titulado La doctrina secreta me haya propuesto coincidir con la ciencia moderna o explicar puntos ocultos. Me ocupaba – y aún sigo ocupándome- en los hechos más que en las hipótesis científicas. Mi principal y único objeto fue el de hacer resaltar el hecho de que los principios básicos y fundamentales de toda religión o filosofía exotérica, antigua o moderna, no eran, desde el primero hasta el último, sino ecos de la Religión de la Sabiduría primitiva [7].
     Añadiendo en otra ocasión que de la misma forma que la primitiva religión cristiana se dividió con el tiempo en numerosas sectas, así la Ciencia del ocultismo dio nacimiento a variedad de doctrinas y diversas fraternidades. De ese modo, los ofitas egipcios se convirtieron en gnósticos cristianos, de quienes derivaron los basilideanos del segundo siglo; y los primitivos rosacruces (la «Fraternidad de la Rosa Cruz» se fundó a mediados del siglo XIII) engendraron a su vez a los paracelsianos, filósofos del fuego, alquimistas europeos y otras ramas de su secta [8].
    Ya Juan Valera define en su momento de forma magnífica lo que se está intentando definir aquí, poniendo de relieve la importancia que la época  -y quizá el propio Valera- le confería [9]. Después de ofrecernos la definición del Diccionario de la Real Academia [10], Valera aduce que es insuficiente e inexacta,  «sobre todo en nuestros días, en que la Teosofía vuelve a estar de moda», pues «todo misticismo que no se funda en una religión positiva, sería Teosofía según el Diccionario de la Academia, y verdaderamente no es así», ya que «(...) el místico, sin religión positiva, tiene de común con el teósofo el creer que su ciencia, no sólo tiene a Dios por objeto, como la Teología o la Teodicea, sino que viene de Dios y es revelada natural y misteriosamente por Dios en el fondo o centro del  alma del hombre; pero el teósofo difiere de este místico en que combina el misticismo entusiasta y la introspección de su alma y la Metafísica, y el íntimo conocimiento de las cosas divinas, con el estudio de la naturaleza, con el saber de sus leyes» (Juan Valera, Diccionario enciclopédico hispanoamericano, en Cyrus C. Decoster, Obras desconocidas de Valera, ed. Castalia, Madrid, 1965, p. 548) Después de hablar muy brevemente sobre la teosofía antigua, que sólo presenta como elemento común «el entusiasmo intuitivo», y dado que «en cada uno de los autores citados hay muy distintas ideas y sistemas muy varios, (...) no es posible exponer en conjunto la doctrina teosófica común a todos, y es menester estudiar separadamente a cada pensador y a cada sistema», Valera pasa rápidamente a hablar de la nueva teosofía:   «En los tiempos novísimos ha venido a Europa, desde la India oriental,  una flamante Teosofía que se ha extendido por todas partes, así en nuestro continente como en América, y que requiere y merece que se explique aquí. (…) Podemos considerar como fundadora, o más bien como importadora en Europa de esta misteriosa doctrina, a una dama, llamada Elena Petrovna Hahn, conocida y famosa bajo el nombre de Blavatsky, que era el apellido de un general ruso con quien se casó en 1848» (Juan Valera,  Op. cit., p. 549).
    Tras unos breves rasgos biográficos [11], Varela nos informa de lo que puede convertir a la teosofía, como al misticismo, en una vaga fantasmagoría, y que, sin embargo, es consustancial a ella: «Importa además hacerse cargo de que lo más profundo y mejor de esta ciencia es incomunicable, y que sólo se adquiere penetrando, el que puede y vale para ello, en el centro de su propia alma, y allí, en lo más íntimo y secreto, hallándolo todo» (op. cit., p.550). Es decir, una suerte de iniciación.
    Al lado de Varela, que habla «con imparcialidad, sin reprobación y sin aprobación, ni positiva ni irónica» (op. cit., p. 551), tenemos también opiniones enfrentadas a lo que representa esta nueva teosofía, que ayudan a completar el conjunto. Así, René Guénon, en su estudio El Teosofismo, historia de una pseudoreligión [12], empieza ya desde el título por negarle cualquier relación con la auténtica teosofía, la antigua, para crear el neologismo teosofismo que la diferencia, «porque, para nosotros, esos dos sustantivos designan dos cosas bien diversas» [13]. En efecto, también para Guénon , una cosa es la Teosofía como «denominación común de doctrinas bien diversas entre sí», al que «será oportuno conservarle el significado que históricamente tiene», y otra el teosofismo de la Sociedad Teosófica, aunque su fundadora, Mme. Blavatsky, tiene un conocimiento más o menos completo de los escritos de algunos teósofos, especialmente de Jacobo Boëhme, bebiendo ideas que incorporó a sus propias obras, junto con una multitud de otros elementos procedentes de fuentes sumamente diversas (René Guénon, El Teosofismo, historia de una pseudoreligión, Ed. Huemul, Buenos Aires, 1954, p.8).
    De ahí que «ese llamado "sistema religioso particular" que constituye la doctrina oficial del teosofismo, y que es presentado, simplemente, como "la misma esencia de todas las religiones y de la verdad absoluta", lleva la marca bien visible de las múltiples y discordantes fuentes de las que ha sido tomado. (…) No es otra cosa que una mezcla confusa de neoplatonismo, gnosticismo, cábala judía, hermetismo y ocultismo, agrupado todo –bien que mal- alrededor de dos o tres ideas que, quiérase o no, son de origen moderno y puramente occidental» (René Guénon, op. cit., p. 8).
    Por ese camino, el autor clasifica el teosofismo como «neoespiritualismo», unido en su modernidad con otras teorías, con las que mantiene caracteres comunes.
       Sin embargo, no dejan de ser distintas: Ocultismo de diversas escuelas, teosofismo, espiritismo, todo esto se parece, sin duda, bajo ciertos aspectos y hasta cierto punto, pero difiere también bajo otros y debe ser cuidadosamente distinguido también cuando se trata  de determinar las relaciones (René Guénon, op.cit., p. 127) para concluir que es ello un efecto de esta religiosidad inquieta y desviada, que constituye uno de los rasgos más apasionantes del carácter de nuestros contemporáneos, y sobre todo en Norteamérica es donde se pueden ver sus manifestaciones más variadas y extraordinarias, pero también Europa dista mucho de hallarse indemne. Esta misma tendencia fue la que contribuyó en gran parte al éxito de algunas doctrinas filosóficas tales como el bergsonismo (…); procede de un modo parecido al pragmatismo de William James, con su teoría de la "experiencia religiosa" y su recurso al "subconsciente" como medio de comunicación del ser humano con el Ser Divino.(…) Estará bien recordar aquí, a este propósito, el empeño con que teorías como éstas han sido adoptadas y aprovechadas por la mayoría de los modernistas. (…) Además, la mentalidad modernista y la protestante no difieren entre sí sino en matices, siendo idénticas en su fondo, y el "neoespiritualismo", en general, está muy cerca del  protestantismo (René Guénon, op. cit., p. 134).   
Lo mismo ocurre con el teosofismo, sobre todo con el de la 2ª etapa de la Sociedad Teosófica, cuando, ya muerta Blavatsky, asume la dirección Annie Besant.
Annie Besant
    Retengamos en especial esta última cita por lo obvio de su importancia más general, y concluyamos, estemos o no de acuerdo, con la idea más propia de la época y de sus seguidores, en frases de Valera:
 «La Teosofía no es una religión: es la ciencia fundamental de las religiones», que «no propaga nueva religión ni repugna de las que hay, sino que las acepta todas» (Juan Valera, op. cit., p.551).  Es decir, la síntesis de la que antes se hablaba y que da el subtítulo a la obra más emblemática de Blavatsky, La doctrina secreta. Síntesis de la ciencia, la religión y la filosofía.

    Así pues, como ya se ha dicho repetidas veces, la teosofía de Blavatsky pretende ser síntesis de ocultismo, magia y ciencias ocultas, pero reúne también  otras muchas corrientes de pensamiento, por lo que resulta diferente a todas sus fuentes, al mismo tiempo que las refleja en su complejidad.
     Por lo tanto, sigo insistiendo en que no debe confundirse con ninguna. Es teorética e interior, esotérica, nunca práctica exotérica, con lo que la diferencia aumenta considerablemente, cosa que a veces no se tiene lo suficientemente en cuenta. Ya la propia Blavatsky ponía el acento en este aspecto desde sus primeros escritos. Aun tomando como casi sinónimo de teosofía la palabra ocultismo, para ella, «tanto la palabra magia, como la de hechicería y ocultismo, se usan en Occidente en sentido despectivo, y por lo general para designar las escorias residuales de los tiempos del obscurantismo» [14], y aunque «la palabra ocultismo induce seguramente a error» es aceptable y difiere de la magia y demás ciencias ocultas. Pues a lo que aspira el teósofo es al «conocimiento del alma» o verdadera sabiduría, conocimiento secreto y de ahí ocultismo: pero sólo ahí se admite el sinónimo.  
Las demás modalidades de ocultismo son ramificaciones de las ciencias ocultas. (…) El verdadero Ocultismo o Teosofía es la incondicional y absoluta renunciación de la personalidad en palabra y obra, para alcanzar ese conocimiento (Gnosis) o unión con el Yo superior (El Ser), el Maestro, el Cristo de los gnósticos
(H.P.Blavatsky, El ocultismo en oposición a las artes ocultas, Ed. Humanitas, 1992, pg. 53)
    El camino del conocimiento de esta ciencia es un camino iniciático y ascético hacia el yo (Ser),  meta final del teósofo: En cada uno de los grados, la clave está en el mismo aspirante. No es el «temor de Dios» el principio de la Sabiduría, sino que el conocimiento del yo (Ser) es la Sabiduría misma. Al estudiante (…) se le representa, grande y verdadera, la respuesta del oráculo de Delfos a todos cuantos anhelaban oculta sabiduría, y que el sabio Sócrates repitió corroborándola varias veces: HOMBRE, CONÓCETE A TI MISMO.
(H.P.Blavastky, Ocultismo práctico, Ed. Humanitas, 1992, p. 21)
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2. Sabiduría parecida a la de Dios. Vid., H.P.Blavatsky, Glosario Teosófico, Barcelona, 1920, p. 387.
3. Muchos incluyen en esta línea a los cataros, los templarios y los rosacruces, y a filósofos como Eckard
4. Helena Petrovna Blavatsky, «What are the theosophista», The Theosophist, octubre de 1879, p. 5.
5. H.P.Blavastky, The key to theosophy, Los Ángeles, 1930, pp. 3-5.
6. En España aparece la primera traducción, realizada por Francisco Montoliu y de Togores, primer presidente de la Rama de la Sociedad Teosófica en Madrid, a partir de la segunda edición inglesa, en 1895 (I v.) y 1898 (2 v.), en Establecimiento Tipográfico de Julián Palacios, Madrid. Mientras en Madrid  se realizaba una nueva traducción de la obra completa sobre la tercera edición inglesa, realizada por miembros de la Sociedad, muerto Montoliu en 1892, los señores Melián, Dorestes, Díaz Pérez, Xifré, Treviño, hermanos Molano y González Blanco, que se publicará en dos volúmenes en 1895 y 1898. En 1911 aparecerá un tercer volumen en Biblioteca Orientalista, ed. Teosófica, R. Maynadé, Barcelona, traducido por Federico Climent Terrer,  Para una información más exacta, ver Mario Roso de Luna,Simbología arcaica, ed. Pueyo, Madrid, 1921.
7. H.P.Blavatsky, «Nociones erróneas acerca de La doctrina secreta , Sophia», octubre de 1908
8. H.P.Blavatsky, «Ocultismo o magia», El Loto Blanco, mayo de 1924
9. Juan Valera, Diccionario enciclopédico hispanoamericano, en Cyrus C.Decoster, Obras desconocidas de Valera, ed. Castalia, Madrid,1965, pp. 548-558. Ideas semejantes aparecen en «La metafísica y la poesía», Obras completas, v. II, Ed. Aguilar, Madrid, pp. 1676-1677.
10. «Doctrina de varias sectas que, despreciando la razón y la fe, presumían estar iluminadas por la divinidad e íntimamente unidas a ella.»
11. Para una biografía de Blavatsky, aunque un tanto hagiográfica, ver Mario Roso de Luna, H.P.B, una mártir del s.XIX., Ed. Pueyo, Madrid, 1924.
12. René Guénon, El Teosofismo, historia de una pseudoreligión, Ed. Huemul, Buenos Aires, 1954.
13. René Guénon, op. cit., pg. 7.
14. H.P.Blavatsky, El ocultismo en oposición a las artes ocultas, Ed. Humanitas, 1992, pg. 31